LAS VARIEDADES VEGETALES: PARECE QUE TENEMOS ALIMENTOS PARA
RATO…
Desde
este atril, quiero hacer una firme defensa de lo que parece la hermana pequeña
de las figuras de la propiedad industrial, cual es la protección de las
variedades vegetales. Y digo hermana pequeña porque parece, en principio, la
menos usada, pero ¿sabían que el 25% de toda nuestra inversión en I + D se
destina al avance en nuevos escalones inventivos relacionados con la obtención
de nuevas variedades vegetales?, porcentaje por encima, incluso, de otros
sectores que pudieran parecer más “tecnológicos” como el farmacéutico.
Efectivamente,
las predicciones maltusianas que concluían en la imposibilidad del crecimiento
numérico de la especie humana, ante la limitación espacial de las zonas de
siembra en nuestro planeta, ha quedado absolutamente superada en la medida en
que los últimos 50 años, el ser humano se las ha ingeniado para avanzar
enormemente en la obtención de nuevos productos vegetales que provienen de
material de protección o reproducción, capaces de superar cambios climáticos o
problemas como la desestacionalidad, pudiendo el consumidor final
disponer en supermercados de productos alimenticios que nos vienen de la
tierra, en prácticamente todas las épocas del año.
Pero
ello no es barato. Está más que demostrado que para obtener una nueva variedad
vegetal de garantías de reinversión y de una nueva comercialización que supla
los costes en investigación y desarrollo, se necesita entre un millón y dos
millones y medio de euros, y un estudio medio aproximado de desarrollo del
producto de unos 10 años. Y esas cifras numéricas y temporales se van
incrementando, año tras año, a pesar de los avances genéticos de nuestros
científicos y resto de profesionales en el sector agroalimentario.
Para
todo ello se antoja absolutamente fundamental, como decimos, que esa
investigación se vea correspondida por un sólido sistema de protección de
derechos de exclusiva en favor del obtener de las nuevas variedades vegetales
que redunde en una recuperación de la
inversión. Los estudios nos demuestran, sin tener que irnos muy lejos, que dentro de la Unión Europea sólo 7 países
cuentan con una normativa un poder coercitivo suficiente, garante de los
derechos objeto del presente artículo.
Pero
detengámonos en el que parece el problema más relevante a la hora de defender
los mismos: es la llamada “propiedad
horizontal” de los nuevos derechos sobre investigación varietal. Y es que
cuanto más investigaciones, más difícil resulta dar con una nueva variedad
vegetal, hasta el punto de que en ocasiones son los examinadores de la Oficina
Española de Variedades Vegetales los que acuden a los obtentores preguntando en
qué consiste el avance varietal, es
decir, que lo hace diferente respecto de ya existente en el mercado. Cada vez,
la distancia es menor entre aquéllos y los nuevos productos, y eso nos hace concluir en que en muchas ocasiones no merece la pena la inversión en estudio e
investigación cuando con una mínima modificación en una variedad ya protegida,
se “protege” a su vez una nueva variedad que prácticamente inutiliza el derecho
de exclusividad de la anterior.
Hace
10.000 años que el hombre se convirtió en agricultor, pero sólo desde 1980
hemos conseguido duplicar la producción mundial de cereales, gracias a la
mejora genética. Tomando en consideración que seremos 20 mil millones de seres
humanos en el mundo en 2050, parece por lo expuesto, que estamos en condiciones
de autoabastecernos.
El
problema para acabar con el hambre no es pues éste, gracias a la ciencia por supuesto, sino y como desde hace
siglos, la mala distribución de riqueza en el mundo. Pero éste no es ya un
problema jurídico o técnico, sino que tiene que ver más bien con la ética y la
solidaridad, o me equivoco?
Rafael Jiménez Díaz
Abogado y Agente de la Propiedad Industrial
FERNÁNDEZ-PALACIOS ABOGADOS
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